La aventura de Tom

El protagonista de nuestra historia es Thomas Hammond, un chico de 11 años, valiente y aventurero. Él y su madre viven en una casa construida en la cima de una enorme roca, frente a un valle y un arrollo. Tal vez su peculiar vivienda sea la única rareza en su vida, ya que es un chico normal que probablemente se parece a ti:

"Su padre había muerto hacía tres años y eso le hacía sentirse mayor. Era el tipo de chico que tenía muchos amigos en el colegio; amigos, sin embargo, que solo conocían de él cosas superficiales: que tenía pecas, el pelo moreno, los brazos largos y que ponía una mueca de determinación cada vez que se enfadaba o competía por algo. Su sonrisa, amplia y fácil, era siempre sorprendente. Y su risa, que surgía de su vientre liso, impredecible. Cuando jugaban, fuera a lo que fuera, era el primero en lanzarse a por la pelota, deslizarse por el cemento, o tirar un puñado de tierra. Era más alto que la mayoría de los chicos de su clase, pero no el más alto y siempre tenía costras en las rodillas". 

Elizabeth, la madre de Tom, es una mujer joven que cuida sola a su hijo desde que murió su esposo. Últimamente ha recibido constantes visitas de Jeffrey, un profesor del colegio de Tom:

"Todo el mundo decía que Jeffrey era un tipo agradable. También era alto, tenía las extremidades largas y el cuerpo fofo. Lo peor es que tenía el pecho flácido y le gustaba llevar los polos desabotonados. Conducía un dimunto coche verde, del color de la pasta de dientes reseca. Para Tom había sido el señor Veatch hasta aquel verano, cuando de repente había empezado a dejarse caer por su casa (desde el colegio, que estaba como a unos veinticinco kilómetros) y a pedirle que le llamara Jeffrey. Y, por lo que Tom sabía, de llamarle Jeffrey a llamarle papá solo había un paso".  

A Tom no le gustaba mucho la idea de que Jeffrey se acercara a su madre. Una noche, no pudo conciliar el sueño pensando en la posiblidad de tener que aceptar un nuevo padre. Decidió salir por la ventana de su cuarto hacia el valle para intentar olvidar el asunto. Llegó al arrollo con una tabla de corcho en la mano, y empezó a flotar encima de ella como si fuera un bote. Se acostó viendo las estrellas mientras el agua lo arrastraba suavemente. Cuando despertó, era demasiado tarde para salir:

"Tom trató de volverse, apoyándose en los laterales de la tabla y sintiendo más frío aún. Intentó girar la tabla pero el arroyo era ahora demasiado ancho y la corriente lo mantenía en el centro. Inspiró profundamente y se dispuso a rodar por la superficie del corcho para tirarse al agua y nadar hasta la orilla. Pero, antes de que pudiera ejecutar el plan, el agua burbujeó bajo él y se golpeó la cabeza y los hombros contra una roca. Se hundió en el arroyo y tuvo que agarrarse al poliespan. La corriente lo empujaba con fuerza y sus piernas se agitaron de arriba abajo hasta que se estrellaron contra una mole de piedra."

Este es tan solo el principio de la aventura de Tom. Las impetuosas corrientes del arroyo lo llevarán a hacer asombrosos descubrimientos en el vientre de la montaña...